sábado, 13 de febrero de 2010

Dos de azúcar.

Sus ojos se abrieron en lo profundo cuando lo vio por primera vez, las manos se abrían y comenzaban a dibujarse espirales en su piel. De esto ya hace algunos años, cuando la magia les ganó y se hicieron cómplices en cuerpo y alma.

Sus vicios cambiaron, de pronto su afición era tan sólo acompañarla en el tráfago rutinario
Ella se despojó de sus miedos, de sus inseguridades al no saber amar. Todo fluyó, fueron más cauce que río, en los recreos bastaba una mirada para recordar que se tenían el uno al otro.
Hubo un día, en que ya faltaban las palabras. Que los fonemas no bastaron para reflejar ese cúmulo azul que socavaba las almas, ese amanecer que se vislumbraba cada vez que él le sonreía



Pasearme por su historia es el devenir más dulce que trae la lluvia, que empapa un despertar repleto de horizontes. Recorrer sus anhelos es la amarga canción que interrumpió vuelo, Recordar lo que fueron es sin duda sentir que serán una vez más.